Pedro Gallego
EditorEl lenguaje del cine carácter universal, pero también está lleno de maneras de hablarlo y de dialectos muy específicos que pueden chirriar demasiado cuando pasan de un lugar a otro. Ya no hablamos sólo de pobres intentos de occidentalizar éxitos del cine oriental, o de la cultura asiática, sino que a veces los propios cineastas orientales pueden encontrar roces intentando llevar su voz a un cine diferente.
No es algo que puede llegar a lo catastrófico (al menos, no al nivel de hacer una película de Dragon Ball en un instituto americano), pero sí puede resaltar demasiado, y que al espectador se le disipe la sensación de incredulidad. Pero puede darse que insistir en lo extraño, en lo peculiar, acabe resultando en algo convulso pero interesante como ‘Mickey 17’.
Morir otra vez
Una de las mejores películas de ciencia ficción del año nos la entrega el coreano Bong Joon-ho poniéndose un disfraz de director de blockbuster. Pero lejos de ofrecer algo genérico, crea un despendolado espectáculo de comedia negra con dos fabulosos Robert Pattinson que ya puedes ver en streaming a través de Max.
Asolado por las deudas y la persecución intensa en un futuro distópico, Mickey Barnes decide que es mejor alejarse de la Tierra. Por eso se suma a una expedición a un nuevo planeta que pretende ser colonizado por parte del magnate y fracasado político Kenneth Marshall, aunque la única manera de unirse a la tripulación es apuntarse como “prescindible”. A través de una copia de su ADN y una recopilación de sus recuerdos, se crean todo el rato clones de Mickey que se encargarán de hacer las misiones más peligrosas. Y se hacen estos clones en masa porque estos no paran de morir en favor del “progreso”.
No es muy complicado deducir a qué trata de llegar el director de ‘Snowpiercer’ y ‘Parásitos’ con esto. Su ciencia ficción espacial adquiere condición de sátira gruesa para señalar la sensación deprimente y de ser innecesario o intercambiable que tiene el capitalismo tardío en todos nosotros. Es una farsa que va siempre en la misma dirección, aunque es capaz de explorarlo desde diferente frentes.
‘Mickey 17’: quererse un poco a uno mismo
‘Mickey 17’ acaba mostrando diferentes maneras en las que los prescindibles, sean clonados o no, lidian con estar subidos a un barco sin otra opción. Adicciones, estratagemas criminales, enfrentamientos con los que hay alrededor. Las diferentes versiones del personaje de Pattinson exploran también diferentes actitudes que se pueden adoptar ante un sistema opresivo, sea dictatorial o puramente económico, aquí representado en todas sus facetas en un Mark Ruffalo exagerado que evoca inevitablemente a un híbrido de Trump y de Musk (aunque podemos hilar fino y encontrar más referentes históricos de líderes megalómanos).
Hay muchas ideas interesantes desperdigadas, aunque todas acaben concluyendo en lo mismo y la manera de entrelazarlas sea inestable. También queda una sensación de poner a sus actores en una clave muy oriental, aunque todo a su alrededor tiene el acabado de un blockbuster de Hollywood, que es un choque al menos al inicio. Es una de las películas menos redondas del director coreano y, aun así, le da para hacer una notable fantasía bien influenciada por el absurdo maravilloso de Jean-Pierre Jeunet, y que trata de capturar un halo de optimismo en su búsqueda de autoestima, de amor propio en un contexto que te dice que no vales.
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