Un hombre, prácticamente desnudo, está delante del ordenador, retransmitiendo en directo. Lleva varios días sin dormir sobreviviendo a base de cocaína, que sus seguidores le pagan e incluso le mandan directamente a casa. Consume sin parar en un ciclo destructivo absoluto y absurdo mientras lee comentarios como "No te vayas, maestro, sigue consumiendo aquí en directo, métete sin parar", hablando contra su pareja, riéndose de él y pagándole por hacer toda clase de barbaridades, como tirar su impresora por la ventana o maltratar su cuerpo aún más, hasta ponerse al borde de la muerte, algo que es recibido con algarabía. No, no es 'Black Mirror': es la realidad.
De hipotecas fijas a la decadencia
Quizá conozcas a Simón Pérez y Silvia Charro de aquel vídeo de 2017 para Periodista Digital donde aparecían bajo los efectos de la droga aconsejando sobre hipotecas fijas o variables. Si no lo recuerdas, puedes verlo debajo de estas líneas. Han pasado ocho años desde que se convirtieran en un meme, y su vida no ha ido a mejor: aunque durante unos años parecían estar recuperados, e incluso se ganaron el respeto de parte de Internet hablando sobre las estafas de las criptomonedas, la caída en desgracia del último año parece sacada de un episodio de la serie de Charlie Brooker. Solo que no lo es.
Cada día, durante los últimos meses, Simón se ha conectado en directo para recibir dinero para "bocadillos de pollo" (cocaína) y "aviones" (casinos online) mientras su mujer se ha ido poco a poco alejando de su absoluta decadencia, en una telerrealidad extrema que pasa cualquier límite ético que pudiéramos tener. Desde ayer, Simón está ingresado en un psiquiátrico de manera aparentemente voluntaria, pero eso no ha evitado que sus "fans" le hayan intentado llevar "bocadillos" e incluso pagarle para escaparse y retransmitirlo en tiempo real. Uno pensaría que la gente se preocuparía al ver a una persona temblando después de meterse dos rayas del tamaño de un ordenador (literalmente) y preparando más droga para fumársela después, pero el malismo campa a sus anchas en Internet. Dale, maese, dale. Muérete para nuestra felicidad.
Fascinados ante el documento audiovisual que tienen ante sí todos los días (hay cuentas de Twitter y resúmenes online siguiendo el fenómeno, e incluso sus detractores suelen caer en banalizarlo), en Internet se está siguiendo la evolución como si Simón fuera un personaje de ficción en lugar de una persona real, como si todo fuera un teatrillo extremo en el que nadie va a acabar con consecuencias, como si sus directos fueran realmente un episodio de 'Black Mirror'.
No vivimos en 'Matrix': vivimos en 'Black Mirror'
Desde hace un tiempo, los seguidores de la serie británica se han quejado de que ya no son capaces de sorprenderse o de epatar con lo que cuentan Charlie Brooker y los suyos. ¿Cómo van a hacerlo, si ya estamos viviendo en nuestras carnes la peor versión de 'Black Mirror'? No la de la ciencia-ficción extrema, claro, sino la de las redes sociales como medida de valor, la inteligencia artificial dominando nuestras vidas o, por supuesto, las personas desesperadas haciendo lo que sea necesario para seguir siendo relevantes, aunque sea muriéndose delante de una cámara.

Mientras Simón empezaba a desorbitar esta caída a los infiernos cibernéticos, en 'Black Mirror' se estrenaba el episodio 'Personas Comunes', en el que un hombre, para poder pagar la mejor versión de su mujer, se conectaba a un streaming donde se dejaba hacer de todo por dinero, desde arrancarse un diente hasta pegarse en la cara. Hace unos años nos habría parecido una locura, pero no ha dado tiempo a que sea ni siquiera un aviso del futuro: se ha convertido muy pronto en un reflejo del presente que este ha superado con creces. Ni en los peores augurios de Brooker habíamos llegado hasta la decadencia moral del público de Simón, rozando la psicopatía disfrazada de "chiste".
No termino de entender qué le lleva a alguien no solo a ver a una persona real autodestruyéndose, sino a animarle, crear cuentas para seguir su historia, formar parte consciente del problema y, lejos de tratar de ponerle solución, malmeter y comportarse de forma malvada, casi persiguiendo el suicidio en directo para el placer de un público cuyo interés hace tiempo pasó del morbo y la cierta curiosidad a la obsesión. No solo es peligroso y delirante: es el síntoma de una sociedad fascinada con los monstruos que ella misma ha creado, y a la que las advertencias de la ficción se le han quedado cortas.
No es que 'Black Mirror' sea más light que antaño: es que hemos superado todos los límites morales que la serie puso como exageración y advertencia. ¿Cómo no nos va a saber a poco si, encendiendo nuestro ordenador, tenemos vidas e historias más excesivas, absurdas y cercanas? ¿Por qué vamos a sobrecogernos con un hombre que se arranca los dientes por un poco de dinero, cuando al lado tenemos a alguien matándose en directo poco a poco a cambio de monedas para el casino y coca? En 2025, nos hemos convertido en todo aquello que la ciencia-ficción nos avisaba que podíamos convertirnos. Y solo puede ir a peor.
En Espinof | Todos los episodios de 'Black Mirror' ordenados de peor a mejor
En Espinof | Las mejores series de 2025
Ver 9 comentarios