Creatividad, memorabilia y un modelo de reventa han mantenido a flote uno de los sitios más emblemáticos para los cinéfilos: el último Blockbuster del mundo

Entre museo y negocio de nostalgia, este local niega a rendirse ante la era digital

The Last Blockbuster
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Joel Calata

Editor

Las tardes del fin de semana para los amantes del cine en la época de los noventa era inolvidable: entrar a un lugar en donde podías rentar películas sin límite parecía un sueño, pero ahora, con la nueva era digital, todo ha ido quedando en el olvido, sin embargo, en un rincón de Bend, Oregon, aún queda el recuerdo de ese epicentro cargado de nostalgia con el que se disfrutaba del cine en casa: el último Blockbuster del mundo.

De pie, como un testimonio palpable de la cultura cinematográfica física que resiste la ola digital, este local ha logrado posicionarse no solo como un negocio, sino como un destino que rescata memorias de infancia y rituales familiares en torno al cine en formato físico donde visitantes de todo el país (y del mundo) acuden para experimentar la atmósfera auténtica: estanterías repletas de DVDs, carteles retro y el icónico mostrador triangular, elementos que evocan la época dorada de los alquileres de películas.

Este Blockbuster comenzó en la década de 1990 como Pacific Video y se incorporó a la franquicia en 2000, cuando los dueños locales vieron en la marca una oportunidad para crecer en un "pueblo cinéfilo" como Bend. Con la quiebra de la cadena en 2010 y el cierre masivo de sucursales, la tienda de Bend quedó como superviviente tras el cierre de las últimas en Alaska en 2018, convirtiéndose en la última tienda de Blockbuster en EE. UU. y luego en el mundo.

Ante la situación, sus responsables, liderados por Sandi Harding como gerente desde 2004, han enfrentado el reto de mantener stock y relevancia sin apoyo corporativo directo, sin embargo, eso no hizo que los ánimos decayeran.

La creatividad ha sido clave para sortear limitaciones logísticas: al no contar con distribuidores de DVDs ni proveedores de mercancía con los que contaban cuando Blockbuster operaba globalmente, actualmente la tienda recurre a compras en tiendas como Walmart y Target para reponer títulos y material básico, ya que las marcas que proveían películas en formato físico simplemente desaparecieron o surten grandes cantidades en las que esta tienda no se puede permitir invertir.

Más allá del negocio de la reventa de películas, han implementado iniciativas comunitarias y experienciales, como la oferta de estancias vía Airbnb inspiradas en la tienda, noches temáticas de cine, recomendaciones personalizadas ("callgorithm") y eventos locales que refuerzan la conexión con la comunidad de Bend.

Russell Crowe, figura clave para el éxito de la tienda

La exhibición de memorabilia cinematográfica ha jugado un papel central en la narrativa del local. Tras la intervención del presentador John Oliver y la donación de varios objetos de películas por parte del actor Russell Crowe, en la tienda se exhiben diversos artículos de rodaje de sus cintas, como el capuchón de 'Robin Hood', parte del vestuario de 'Cinderella Man' y 'Les Misérables', así como la silla del director de 'American Gangster', que llegaron para convertirse en imán turístico dentro de la tienda.

Mike B Vestuario de Harrison Ford para 'Indiana Jones y la última cruzada'

El modelo de negocio híbrido se basa en gran medida en la venta de mercancía nostálgica (playeras, sudaderas, postales y velas con aroma a palomitas) producida por artesanos locales más que en el alquiler de DVDs, que ahora representa solo una fracción de los ingresos, de las que se estima, alrededor del 80% de las ganancias proviene de la venta de este tipo de artículos, junto con membresías "retro" y artículos coleccionables, lo que convierte el apego emocional en una estrategia de negocio sostenible.

Más allá de un negocio de alquiler, el último Blockbuster del planeta funciona como un espacio cultural vivo que conecta generaciones y recuerda el valor de la experiencia física del cine. Así, la tienda en Bend se erige como testimonio de que, con ingenio y emociones compartidas, aún pueden prosperar formatos tangibles en la era del streaming.

Fotos de Dan Spoelstra | Mike B

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